martes, 9 de diciembre de 2008

Microcosmos X


I
Desdichados los que se creen más que otros porque en realidad no son nadie.

II
Desdichados los que se ríen de los demás porque en verdad se ríen de ellos mismos.

III
Desdichados los que crean universos porque en realidad están creando absurdos.

IV
Una brana se toma unos vinos y luego duerme su borrachera para soñar mundos hechos de alcohol.

V
Philip Glass se pierde en sus notas cíclicas: otra imagen del universo.

VI
El Viajero del Tiempo fue tan lejos hacia el futuro que terminó saliendo de la película.

VII
Lo más extraño que vi fue una discusión entre una tuba y un contrabajo. Sus graves voces no llegaron a un acuerdo pero me alegraron aquel día con sabor a arpa agridulce.

VIII
-Algún día todo esto será tuyo, hijo mío-le dijo Dios a Jesús sobre el techo del universo.

IX
Las Valquirias no me van a llevar. Sé que en su lugar vendrán algunos demonios rojos de dientes de sable a probar mi putrefacción.

X
Che, ¿Y si el Universo es una joda?

lunes, 10 de noviembre de 2008

Fuck(simil) [3] - Escribe: El Titán


Y salió.
La calle estaba como siempre, asquerosa. Y encima esperar el colectivo, esa mole de degradación humana que nos lleva a la derrota de todos los días. Leviatán urbano.
Las caras de todos los fracasados como él. Pero también las caras hermosas, ojo. Esas caras que te transportan a praderas estivales y a huracanes de almizcle. Esas caras que en la soledad se evocan con placer. Ahí viene, con su paso lento y cansado, respirando brea.
Un peso.
Hay que ir hasta el infierno, perdón, el microcentro. Y enfrentar las rugosidades de las horas que no quieren pasar. Pero hoy es viernes. Viene el finde. Los partidos, la gloria efímera de ver a tu equipo ganando un torneo de mierda que no te interesa en realidad. Ellos ganan mucha plata por correr detrás de una pelota mientras vos te rompes el lomo detrás de un escritorio de níquel.
Qué vida, ¿no?
Un peso.
El colectivo está lleno, como siempre. Se va para atrás. Y encima el calor. Estos pronosticadores que decían que iba a llover y que el calor se iba ir para la costa de Pindorcho, junto con una masa de aire de baja presión.
Pero hoy es viernes y cree que van a dar “Scarface” en cable. “Me encantaría ser Montana. Tenía todo, putas, drogas, guita y una cara cortada. Qué buena vida”, piensa mientras el colectivo se mete en la orgía de la avenida principal…

sábado, 18 de octubre de 2008

Macrocosmos


 

La música se cuela por la ventana de neón y yo ya no soy un Ser, soy un pedazo de Caos rostizado, un átomo suelto en la Avenida de Los Dioses, un juguete tirado en un rincón sucio de una casa donde ya los niños se asustaron con la muerte. Pero intento volver a ser, intento volver a las miserias de este mundo que descuidamos, este mundo que no merece la presencia de estos seres de humo-petróleo, de baratijas gastadas, de sistemas inútiles, de dioses de odre: estos Seres Humanos. Quiero volver pero la música me arrastra, lo abstracto dejándome en las puertas de la percepción, más allá de las convenciones que son tan innecesarias. Los impulsos desnudos tirando las cadenas de la razón. El cielo desgarrado sin dioses violentos, sin industrias de plomo, sin leones machistas, sin falos de oro, sin miedos, sin dagas borrachas, sin sangre de agua. Pero quiero volver igual. Quiero volver al infierno cotidiano. Porque uno tiene que aceptar su condena. Música, por favor, andate, y dejame con este desierto de vanidades…  

martes, 16 de septiembre de 2008

Colección de Muertes IV


 

X
La droga lo elevaba, por encima de todo y de todos. Le daba alas de papel, de algodón, de tiernas nubes lisérgicas. Cuando miraba la ciudad desde ese lugar alcanzado, la veía multicolor, las calles como atardeceres de fuego y los edificios como torres de marfil. Se olvidaba del mundo y de sus asperezas, de la gente y de sus crímenes. Las palabras fluían como la sangre de las musas y copulaban entre ellas sobre colchones de risas. El lenguaje, en síntesis, devenía en un juego no-lógico, hasta mágico. Pero un día, la locura lo venció. Quedó atrapado entre muros indestructibles. Su cuerpo era un objeto inerte y su personalidad, un licuado asqueroso. Finalmente, la parca llegó con un sabor de sobredosis, con una jeringa en vez de la guadaña. Quizás la muerte sea el último delirio.  

XI
Al despertar, lo aplastó el peso del día. El sol que entró por la ventana lo acuchilló con millones de cuchillos de oro. Él hubiese preferido morir asfixiado por el licor de la Luna…


XII
El callejón era tan asqueroso que ni los perros lo frecuentaban. Estaba detrás de una cantina de mala muerte, de esas que parecen templos dionisiacos. Allí, en ese purgatorio urbano, Edgar Allan Poe, cansado del delirium tremens, de los demonios de este mundo que nada tiene de poético, y esperando con ansias o resignación el abrazo de su amada ninfa de la muerte, comenzó el descenso que lo llevaría a la eternidad… 
   


martes, 2 de septiembre de 2008

Microcosmos IX


 

I
Cargada de emociones y de manzanas, la serpiente se arrastró hacia el jardín primigenio. 

II
Solo sé que no sé nada. Si fuera cierto, no sabría ni siquiera que sé algo, nada.

III
Anoche firmé un contrato con mi alma: pactamos que cuando todo se apagase permanecería así para siempre.

IV
Una brana es solo un ser humano tan pero tan colosal que dentro de él burbujean galaxias y vacíos. 

V
-Hola-le dice Sófocles a Walt Disney. Este le responde: “el universo es una caja de cristal dibujada con crayones.” Una imagen del Caos.

VI
Yo me pierdo en los recovecos de las composiciones de Philip Glass. Son como bosques deliciosos.  
VII
El primer anarquista fue Adán. Supo que era un Yo y no soportó la opresión del Barbudo. 

VIII
Inconciente es el nombre de la organización mafiosa más eficiente que existe. 

IX
Un día probé una fruta. Me dijeron que se llamaba fagot. Desde esa vez no puedo vivir sin sus zumos graves. 

X
Solo sé que puedo dudar de mi saber. Esa me gusta más.  


lunes, 25 de agosto de 2008

Cosmogonía IV


En el principio, Caos bebía toneladas de barriles de alcohol puro. En un momento (en un no-momento pues no existía el tiempo), el licor tomó por asalto su cerebro caótico, sus sinapsis hechas de no-materia, y se durmió. Sus sueños fueron horribles, pesadillas extrañas. Soñó con un supuesto orden, con estrellas y planetas y millones de razas capaces de amar y de odiar y de emborracharse peor que él. Fue una suerte que al despertar encontrara a su No-Universo tan caótico como siempre...

Publicado en: http://quimicamenteimpuro.blogspot.com/

lunes, 11 de agosto de 2008

Cosmogonía III


 Existía en un principio el Caos. Este estado de cosas no permitía el desarrollo de la existencia y solo Dios podía navegar por esta masa caótica de confusión pura. La entidad que habitaba este espacio se llamaba Caos, quien se encargaba de mantener la cohesión entre las partículas caóticas del mencionado “lugar”. En una ocasión (o en ninguna ya que no existía el Tiempo) Dios se cansó de su antagonista y de su reino vesánico. Entonces una lucha se suscitó entre ambos, una lucha que se extendió hasta la eternidad y que sacudió los mismos fundamentos de la existencia. Pero al final, Caos perdió. Fue exiliado a una porción de realidad subalterna junto a su materia, confinado en un lugar pequeño y sucio, una celda vergonzosa, un reino desteñido. Dios se quedó con lo que restaba del espacio, que era infinito, y lo dividió en dos: en una parte creó el Protouniverso y en la otra el Empíreo, la morada de los ángeles. Pero Caos no se dejó vencer por su prisión. Él también dividió su lugar en dos: una parte siguió siendo como su reino y en la otra creó el Infierno, hogar de los demonios. 
Así quedo conformado el Mundo del Amanecer, dividido en cuatro regiones: Caos, Infierno, Protouniverso y Empíreo. La primera de estas regiones era idéntica al primario estado de las cosas, es decir, un mundo sin reglas, gobernado por la azarosa conciencia de su amo, donde todo era y a la vez no era. El Infierno, en cambio, era un espacio de dolor y de miseria. Muchos dicen que era la materialización del odio de Caos hacia Dios. Un lugar oscuro, tétrico, estéril, poblado de ríos de fuego y de lágrimas (Estigia se llamaba el principal), con un cielo de brea y desiertos que en el futuro albergarían las huestes del pecado. El Protouniverso, por su parte, era un mundo donde todo esperaba, un gran preludio, el amanecer perpetuo. Allí las partículas básicas de la existencia, las células de Dios, aguardaban el día en que el soplo divino las hiciera agitarse, las hiciera vivir, desencadenando un universo acabado, el nuestro. Por último, estaba el Empíreo, un espacio de luz pura, de Ideas fundamentales, nirvana eterno. Dios lo tomaría como su hogar y allí crearía a los seres etéreos (los Hombres los llaman ángeles o Elfos de la Luz). El primero de ellos fue Lucifer, el padre de la carne. Todos conocen su historia, así que me limitaré a ciertos aspectos de ella. Ser de una pureza absoluta, fue tentado por Caos para comandar sus hordas de Caóticos (el poder absoluto es una tentación absoluta) y, al aceptar dicho ofrecimiento, desencadenó la Guerra del Génesis. Los Caóticos eran partes del cuerpo de Caos que conformaban un ejército inefable, cuyo propósito era evitar toda lógica, todo orden. Fue dirigido por Lucifer contra las fuerzas del Empíreo en la mencionada guerra, que se desarrolló en el Protouniverso. Imaginen todas las estrellas del universo actual; ese número indefinido era el número de las fuerzas de Lucifer. Vasto y terrible, el ejercito inspiraba un temor más allá de toda razón; el miedo a un poder que de establecerse delinearía un universo de locura absoluta.
Las huestes de Dios también eran numerosas, infinitos brillos de su gloría que solo pretendían morir por quién los había traído al plano del existir, infinitos ángeles que solo deseaban la victoria en nombre de su señor. Llenaron la mitad del Protouniverso, enfrentando a sus enemigos con furia y determinación: Dios debía triunfar. 
La guerra comenzó y fue hermosa. Un concierto de luces y sonidos que reverberaba en la caja de resonancia del Protouniverso, un amanecer como una orgía de colores, donde el rojo se batía a duelo con el azul y el dorado era un caballo blanco que aplastaba el orgullo de la plata (ninguna de mis metáforas, sin embargo, podrá hacer justicia a esta batalla fundamental).
Finalmente, solo cuatro contendientes quedaron en pie: Lucifer, un serafín llamado Andros, Caos y Dios. Los demás contendientes no habían muerto en realidad. Se habían fusionado en una canica de pura energía que paso a estar en el centro del Protouniverso. Entonces los restantes guerreros continuaron en su lucha, y de esta contienda final, de sus choques y fricciones, salió la fuerza elemental que animó a esa bolita de luz y a todas las células de Dios: el Protouniverso devino en Universo. 
En este punto tengo que parar. Los enemigos hicieron un pacto y cada uno de ellos se quedo con una parte del Macrouniverso. A Andros le tocó en suerte el naciente cosmos; Lucifer se hizo con el Infierno y Caos se quedó en su mundo, a cargo de su reino sin orden; y Dios, finalmente, gobernó la existencia desde el cálido Empíreo. Hasta aquí la historia, la verdadera historia del Génesis, que algunos llaman Big-Bang y otros, simplemente, cosmogonía…  

sábado, 2 de agosto de 2008

Colección de Muertes III

VII
Ya no sabe si es por sus hijos o por sus padres o por él mismo que lo hace. La cuestión es que se encuentra corriendo, por una calle de caras sin sangre que se apartan a su paso, con un fangote de dinero y un arma entre sus ropas. Recuerda cuando todo empezó, tenía diez años y soñaba con jugar en las inferiores de algún club; recuerda a esos amigos que lo iniciaron en el ritual de la delincuencia; recuerda los oscuros e indignos momentos dentro de un penal; recuerda los golpes del monstruo al que llamamos sociedad. Y mientras tanto, sigue en su carrera. Tal vez ya los perdió. Debería haberse drogado, así tal vez ni el miedo ni los recuerdos lo estarían molestando. Se acabó. Es hora de dejar esto, es hora de tener una vida “normal”. Sino un día tal vez no vuelva. Piensa en sus hijos. Alejandra, Martín. Pero el sabor de esos nombres no fue pleno. Una bala azul, certera y tramposa, lo invita a la oscuridad destinada a todos los Hombres. Su cuerpo cae en medio del empedrado gris. Más tarde los forenses se mofarían de ese pobre diablo, como de todos. Una bolsa negra más…

VIII
Otro día pesado. Más bien, otro día con sabor a Infierno. Y la noche que cae no es un medicamento, no es la solución, no es una cama-Leteo. Es lluvia de amarguras, de pensamientos amargos. Ya no soporta más. Tal vez la muerte sea el olvido, como dicen. Qué bien le vendría un baño de olvido, de no-sensación que refresca. Por eso agarra el arma con fuerza, sin dudar; la última llave, la puerta de plomo. Se irá. Ojalá del otro lado no haya nada que lo espere. Solo, nada. 

IX
El cabo Jiménez corre tras el malhechor. El tipo acababa de afanar una fiambrería. De casualidad Jiménez estaba allí, comprando un poco de mortadela y queso. Luego, iría para su casa, con los suyos. Y entonces, el asalto. Qué trabajo de mierda, se dice. Por qué no entré a estudiar Derecho. Por qué cornos decidí dedicar mi vida a una orgía de miserias (esto no lo piensa en realidad, es pensado por su yo platónico en la desnudez de un mundo superior). Sus pasos lo acercan al delincuente. El arma, como siempre, quiere cumplir su propósito. 
-¡Alto, policía!-grita, como una formalidad.
El delincuente se da vuelta y lo enfrenta y, lamentablemente, es mucho más rápido. El plomo besa sus entrañas, se adueña de su corazón y le desata la vida con dedos grises. Cae y seguramente su viuda lo llorará y tendrá todos los meses la pensión, la magra pensión que costó un cadáver…  

martes, 29 de julio de 2008

Premio II


Gracias Ygriega, diosa de las Letras. Otro premio más. Otra realización. Otra caricia en el alma. 

Aquí van los premiados (no voy a ser muy original)

A Eli, por sus letras y sus esfuerzos.

A Juan Pablo, para Incentivarlo a que escriba más.

Y a Dragón de Azucar, por sus textos de Sci-Fi.

A todos, en fin, mis lectores...

domingo, 20 de julio de 2008

20 de julio de 2008



20 de julio de 2008. Otro día del amigo. Otra excusa para que los mercaderes coloquen sus productos en las manos de los Hombres. Igualmente no quiero caer en el lugar común. Ya sabemos: todos los días es el día del amigo, del padre, de la madre, etc. Es más, todos los días son el “mismo día”. Lo que quiero rescatar es la razón de este día, su fundamento. La llegada del Hombre a la Luna. Aunque fuese mentira (podemos dudarlo como se pueden dudar de todas las palabras que articula el poder) significó el triunfo del Hombre sobre la distancia, sobre el espacio, sobre los dioses. El Hombre es el verdadero Titán, Prometeo orgulloso, señor del fuego. En fin, según cuentan, ese día miles de personas se apiñaron enfrente de los televisores grises para presenciar el paso que fue un salto, la huella que nunca será borrada. Y esa reunión de seres, un canto a la amistad. A la amistad verdadera, esa que no entiende la lógica de los mercados. Por esto escribo estas líneas, para festejar la amistad, para saludar a todos ustedes, a los amigos que están y los que no, los que fueron y los que serán, los que pese a la distancia siguen acá, en mis neuronas. Felicidades, amigos. Que el mundo sea de ustedes y que el vino fluya por sus venas de oro. Que la ciega diosa del azar los beneficie con sus caprichos y que la cuerda invisible que nos une nunca se rompa. Y que siempre sepan que yo voy a tratar de estar con ustedes cuando me lo pidan, aunque a veces cueste salir de esta madriguera celestial titánica que es el Yo, la individualidad, lo que nos hace tercos y contradictorios, frágiles y cobardes. Para concluir, antes de que se me piante un lagrimón: felicidades sinceras…

Su amigo de siempre, Esteban… 


http://es.wikipedia.org/wiki/20_de_julio

PD: la foto de la Luna es de la NASA y la otra es Shaila, la mejor amiga del Hombre...

lunes, 14 de julio de 2008

Colección de Muertes II


IV

Hernán López se sintió seguro y avanzó desoyendo las órdenes. Las balas reían en el aire pesado y los metales de la guerra continuaban su orgía despreciable. Las trincheras eran festejos de ratas y los generales se escondían lejos, detrás de sus muros de whisky. Pero Hernán no tenía miedo y corría abrazado a su mejor amigo, un sucio y gastado fusil. Bang. Un inglés besando el fango. Bang, bang. Otro enemigo que cae, despidiéndose de este mundo terrible. Pero ya es hora. Bang. Hernán se desploma junto a su arma. Otra muerte inútil. Las balas continuaron riendo como demonios y sus risas fueron de plomo barato y de sangre malgastada.

V

Los libros son puñales. La ciencia, una bomba atómica. El alma humana, la peor de las armas de destrucción masiva. Fue tarde cuando Dios se percató de ello. Ahora está muerto. Yace enterrado junto a los otros dioses en una gran biblioteca.

VI

Sobre un pájaro de metal Winston lucha por la paz y la justicia. Otros pájaros están junto a él y el cielo es un extraño salón de baile (la música es dodecafónica y es de estruendos y de silbidos). Él es un experto y vuela como un dulce Pegaso y ya ha derribado a varías águilas del Reich. Pero su pericia no es perfecta y la paz y la justicia ya no lo necesitan (requieren algo más contundente, una nube de átomos desordenados, por ejemplo). Sus alas se marchitan y ese cuerpo de metal se confunde ya con el cadáver de Londres.

martes, 8 de julio de 2008

Microcosmos VIII


I

El Arpa del universo se llama Caos. La toca un dios muy pulcro llamado Cosmos.

II

La Muerte es un hada que llora adormideras sobre los cuerpos gastados de las cosas. Siempre llora. Para siempre llora.

III

En este mundo hay dos mundos (muchos mundos): el mundo de los niños (que es de cristal y de dioses correctos) y el mundo de los adultos, que es tan frío y cierto que no dan ganas de crecer.

IV

Jon XXX se proclamó gobernador de las provincias del Sector g-LX. Había llegado al poder derramando mucha sangre, sangre de otros y suya propia. Pero cuando se sentó ante el escritorio del poder se asustó. La sangre es el licor del miedo. Ahora esta en un planeta olvidado, esperando que lo acepten como servidor.

V

El Fénix siempre busca la muerte porque en ella encuentra la vida. El Hombre, en cambio, busca la muerte por la muerte y para la muerte.

VI

Un sueño se despierta. Se saca pesadillas del cuerpo, se estremece: había soñado que era Humano.

VII

En el principio Dios se emborrachaba. Por eso, ahora, este Cosmos tan absurdo.

VIII

Pulpos grotescos, ninfas de hierro. El Olimpo desgarrado, un banquete desnudo. Eros-Uránida, Eros-Geásico. Lluvia de letras y de manzanas y de pecados. Todo, nada: el Hombre.

IX

En las sinfonías se esconden los demonios.

X

En el fin vendrán los dioses. Todos los mitos serán realidad y, entonces, los robots llorarán sus lágrimas de hiel.

lunes, 30 de junio de 2008

Colección de Muertes


I
Julián Hernández agarró el vaso y bebió el líquido verde. Al principio se sintió bien al degustarlo, sintió como una brisa marina, como una caricia en un sueño. El vino se abrazó a su lengua y lo elevó, más bien elevó sus sentidos por encima de la percepción terrenal. Se sintió en otro lado, más allá del muro, de todos los muros. Pero luego de unos instantes no, no se sintió bien. Fue como si le cortaran las alas recién adquiridas, como si lo arrastraran a una caída absurda. La oscuridad comenzó a tomar el mundo y un sabor amargo se adueñó de su lengua y de su garganta y de sus sinapsis gustativas. Después se desplomó sobre la cama, vencidos sus músculos: el veneno había triunfado.

II
Tenía que llegar al trabajo en unos momentos. Las exigencias del mundo actual son látigos de hierro. Se subió a su auto y se dejó estar en la calle, que era un manicomio. La ciudad era tan gris, tan humo sofocante donde se asan las individualidades. Él solo pensaba en la rutina, en el trabajo, en los papeles que había que firmar, en los informes que un hijo de puta tenía que aprobar. Odiaba su vida pero no tenía tiempo para tomar conciencia sobre eso. Y estaba pensando en el día que ya lo escamoteaba cuando el rojo fue la única realidad y la boca de metal de un colectivo comenzaba a devorarse de a poco, con gusto, su carcasa de pobre diablo. El pavimento eructaba, una vez más…

III
Mucho tiempo enfrente de la caja boba. Se olvidó de comer. Los programas son una catarata que la inmoviliza. Se olvidó de beber. El brillo hueco del cristal sacándole los pedazos de su voluntad. Se olvidó de pensar. Un caos ordenado y pensado para destruir las almas de los débiles. Se olvidó de vivir.

martes, 24 de junio de 2008

Premio


He recibido un premio de manos de Erebus y, sinceramente, es una emoción muy grande.Es como un palacio que le construyen a uno con sus propias manos. Es el reconocimiento que todo escritor espera, con placer y con un poco de dolor, de sus lectores.


Ahora las reglas, cuyo cumplimiento conlleva el premio, a saber:

1.- Guardar el premio con el enlace del blogger que te lo concedió.

2.- Publicar estas reglas.

3.- Poner seis cosas que son importantes, y otras seis que no lo son.

4.- Destinar el premio a seis bloggers más.


Seis cosas importantes para El Titán:

1-la vida, con todos sus matices, sus sinfonías y sinsabores.

2-la música, mi segunda casa.

3-los amigos, porque son un pedazo del universo querido.

4-el universo, esa maravilla que ideó un dios inocente y malvado.

5-la literatura, obvio.

6-el pensamiento, responsable de que la Humanidad sobreviva.


Seis cosas no-importantes:


1-el infierno, porque no existe.

2-la guerra, un monstruo que deberiamos exiliar.

3-las religiones y sus mentiras.

4-el poder y sus mentiras.

5-la mediocridad.

6-la muerte, porque de todas formas va a llegar.


Los seis Bloggers a los que premio:


1-a Ygriega y sus líneas de belleza condensada.

2-a Proyecto Azucar, un escritor que recien empiezo a descubrir.

3-a Gea, la madre de todas las madres.

4-a Animoc, un alma que se deshace en sus poemas vibrantes.

5-a La Caja Oblonga, un tipo que la tiene clara.

6-y a Eli, que espero que siga así.Escribis bien y es hora de que te des cuenta.


En fin, gracias en serio y que este puente no se caiga...

lunes, 16 de junio de 2008

Microcosmos


Prólogo: Este texto ya lo publiqué en La Titanomaquia I, el blog de Terra. Pero como dicho espacio quedó desierto, y porque no tuve tiempo de escribir algo más para esta semana (cosas del estudio), acá lo publicó nuevamente, esperando que les guste. Desde ya, un honor que me lean.


Microcosmos

I
El Caos se tomó todo el caldo primigenio.

II
Cuando despertó, el Unicornio seguía comiendo el cadáver de un dios maldito.

III
Entraron en una pieza que era de mercurio, había una mesa de caoba y un libro que solo contenía un cuento en donde unos seres entraban a una pieza de helio en donde había…

IV
Vastos imperios de sal y especias había conquistado en nombre de un dios violento. Cuando murió, se dio cuenta que el dios no existía.

V
Una pintura es una ventana a un mundo donde la ciencia no molestó a las tiernas hadas y a los dóciles centauros, donde los colores existen con fuerza de entes reales. Son ideas platónicas tras un vidrio de almíbar.

VI
El universo es una sinfonía de cristal. Los antiguos tenían razón.

VII
El universo puede ser muy doloroso o muy placentero pero no hay nadie que mire, no hay ningún observador tras las murallas de vacío.

VIII
Estamos solos, en realidad, con nuestras almas y con nuestros espíritus y con nuestras voluntades y con nuestras conciencias que son como faroles que alumbran una carretera muy pero muy oscura.

IX
Cuando se fue a dormir, los dioses seguían leyéndole el cuento.

X
El Caos se tomó toda la sopa a la que los Nórdicos llaman Ragnarok. Dicen que se intoxicó.




Microcosmos II


I
El universo, al nacer, estaba compuesto por tres vacíos: dos de hidrógeno y uno de agua.



II
El vacío de agua se extendió como una gran ola y acaricio las playas del límite, aquel que linda con un gran abismo más oscuro y más sublime que cualquier otra cosa, donde un dios juega al ajedrez, solo.

III
La humanidad nació de un vacío de roca que antes habitaban otros seres, incluso dioses.

IV
El Verbo no era verbo, era sustantivo. El Sustantivo procreó al Verbo y este al Adjetivo.

V
Cuando Jon The Third movilizó a sus cuantiosas huestes lo hizo de manera automática, como si se afeitara. Ese día exterminó a miles de razas pero el quería estar tirado viendo el amor entre supernovas.

VI
Había una vez un héroe que navegaba en un mar de seda, en un suburbio de cualquier ciudad, en un siglo de oro que desconocía los tejidos de hombres, pero tuvo que enfrentarse al Sol y arruinarlo todo.

VII
El Ser es una palabra y nada más, un mantra delicioso, un sonido atrapado en una copa de cristal.

VIII
Es obvio que los vampiros y los centauros se extinguieron; si no la raza humana no caminaría los senderos del mundo.

XI
Agua de la espada tomó la gran serpiente llamada Nifflhöllr, luego de infinitos Ragnaroks, luego de incontables vaivenes de la creación, luego de que todo terminara y empezara nuevamente. Se de un dios que la mató, con una espada hecha de mundos.

X
Un segundo, la eternidad…que más da, si estoy vivo…




Microcosmos III

I
Un segundo, la eternidad…me importa, porque estoy vivo…

II
Tras una aurora de dedos de rosa, de ojos de rosa, que llora un rocío suave, se despierta un mundo.

III
Ulises no entendió su destino. Debía morir en los brazos de Penélope pero eligió el abrazo de Poseidón y las tierras que están más allá del sueño.

IV
El infierno es una utopía, un no-lugar, que sostiene al universo con la energía del dolor y de la negación.

V
El paraíso es el techo del universo, donde el tiempo y la luz están como en un mar calmo, donde el movimiento está negado y los ángeles se lamentan de no ser seres inferiores.

VI
Las epopeyas son una mentira. Herrmudd El Valiente no mató al monstruo, no liberó a su reino ni amó a su reina. Solo vendió su alma por unas treinta monedas de oro y por un poema épico.

VII
Una pintura de Ravel y un bolero de Dalí; ¿o era al revés?

VIII
De la tinta nacieron muchas cosas que el hierro odiaba. El principal enemigo de los imperios es la biblioteca, que es débil y es sabrosa para el fuego.

IX
El ruido del atardecer lo despertó. Sintió un gran dolor en el pecho, en el alma. Quería seguir durmiendo, seguir soñando. Cuando todo se apago, incluso él, pudo hacerlo, y soñó con nada.

X
Tras un atardecer de dedos de oro, de ojos de oro, que suspiraba por la noche, un mundo se va a acostar.

lunes, 9 de junio de 2008

Dioses






Leopold Stokowski



Como dijo Cortazar en la magistral entrevista que le concedió a Joaquín Soler Serrano los dioses no están afuera del mundo sino acá, con nosotros. Por eso, y porque el Olimpo que yo venero está plagado de dioses de tierra, voy a dedicar un par de líneas, humildes líneas, a esos divinos seres que configuraron mis gustos y enriquecieron mi alma. Hoy le toca a Leopoldo Stokowski. Nació el 18 de abril de 1882 en Londres, Inglaterra. Debutó frente a una orquesta en París, en 1909. Tres años después se hizo cargo de la Philadelphia Orchestra, a la que le imprimió su propio estilo y la transformó de un simple conjunto local a una orquesta con prestigio mundial. En esta posición se mantuvo por 25 años, interpretando y haciendo conocer al público americano obras como la Octava de Mahler, el Rite of Spring de Stravinsky, así como también muchas de Sibelius, Richard Strauss, Falla e incontables compositores americanos. En 1940 participó de la magistral película de Disney Fantasía, poderoso dibujo animado que supo combinar los colores visuales con los colores del audio, siendo la primera película de la historia en usar sonido estereofónico. Fundó orquestas como la All-American Youth Orchestra (1940), la New York Symphony (1944), la Hollywood Bowl Symphony (1945). Fue por cinco temporadas conductor principal de Houston Symphony (1955-60). Murió en 1977. Era un hombre orquesta. Sus interpretaciones, y yo no entiendo mucho sobre eso, solo soy un oído que bebe melodías para luego dejarle al cerebro, o al alma, los jugos necesarios para la digestión (que se rige por la complicada química de la lógica), son monumentos del placer sonoro, estatuas gigantescas construidas a base de cuerdas potentes y bronces gloriosos. Creo que Wagner, por ejemplo, encontró en este director una forma precisa y clara, un dibujante que supo pintar sus oberturas con total dominio de los colores. Y Mussorgsky: nunca sonó tan bien su Noche en el Monte Calvo, o sus cuadros sinfónicos (llevados a la forma orquestal por el genial Ravel), o su síntesis sobre Boris Godunov. Bach dejó definitivamente sus ropajes barrocos y se adentró en el romanticismo (escuchen si pueden Decca Recordings Vol.1 y 2, una muestra un tanto ecléctica pero precisa y justa sobre sus arreglos y direcciones) y Berlioz fue un poquito más monumental bajo su batuta. Me gusta la música orquestal (para no decir clásica, para incluir en esa etiqueta toda la música culta, desde el barroco hasta el caótico siglo XX, desde una simple sonata hasta una sinfonía Mahleriana o un delirio Bartokiano) y no por snobismo, sino porque busco en la música las formas que me llenen. En este director, yo que he escuchado tan poco, encontré esas formas, esos colores que hacen que el alma respire. Me encanta lo espectacular. La orquesta es el palacio del espectáculo. Y Stokowski es uno de los guardianes de las puertas de dicho palacio. Por eso dedico estas líneas a su gloria. Seguro que en donde esté sus manos estarán danzando ante coros de ángeles o ante una orquesta infinita (que toca una sinfonía mundo). Seguro que Dios llora ante sus interpretaciones. Por lo menos, así lo imagino yo.

http://www.stokowskisociety.net/biography.html

martes, 3 de junio de 2008

Mitologías II


II
El Cosmos era muy extenso pero no infinito. Su piel era como de vidrio, una fina capa que dejaba ver lo que estaba más allá. Otros universos con otras reglas y otros dioses. Incontables, infinitos. Sin embargo, no había comunicación real entre los mundos, así que Cosmos tenía que arreglárselas con la materia y la energía que yacían en su propia esencia. Primero creó una bola de zafiro en el centro de su cuerpo, en su corazón. Esa bola escupió con el tiempo otras bolas que devinieron en estrellas-dioses, y el universo, entonces, fue una entidad cerrada en donde cuatro fuerzas fundamentales (reacciones químicas del cuerpo de Cosmos) mantuvieron la cohesión del orden.


V
Pangea. El primer continente ocupaba la mayor parte de la Tierra. Limitaba al norte con el océano Bor, una extensión de agua que progresivamente se iba helando hasta convertirse en gigantes de hielo que dormían hacia el extremo boreal, donde el Sol no se atreve a llegar. Al sur meditaba otro mar, más amplio, dominado por otro continente más pequeño pero igual de imponente: la Antártida, región gélida y de montañas de fuego, habitada por seres oscuros y complejos, los Morlocks. Lo demás, salvo algunas islas, era reino de los dioses azules del océano, una pradera donde se perdían los primeros intentos del hombre por conocer el planeta.
En el centro de Pangea, había una tierra de desiertos; allí estaba la montaña Otris, que era de cristal y de cedro y de oro y de marfil, donde habitaban los dioses terrestres, los responsables de la salud del planeta.

VI

Dos árboles hermosos en medio de un jardín. Un dios menor meditaba rodeado de los vientos del lugar que le acariciaban las neuronas. En un momento, el dios del destino, Hagenn, tomó los ojos del pensador y los tiró sobre los árboles, que esperaban. Cada ojo se instaló en un tronco, como una mariposa en descanso. Fuerzas increíbles se sucedieron, entonces, como un milagro inexplicable, una tormenta pacífica. Y así, los árboles se transformaron en dos seres, desnudos y hermosos: un hombre y una mujer. Ann y Her, los padres del género humano. El dios menor saludó su ceguera con una sonrisa de vino.


XVI
Y Caos fue desterrado.
El exilio fue ominoso,
Su odio lo mantuvo
Como un ojo despierto.
Cosmos tuvo hijos,
Hijos divinos y demonios
Y seres de cuerpos imperfectos,
Y bestias con sabor a plomo;
Las estrellas y los cuerpos de acero,
Los gases apretados,
Los orgasmos de las supernovas,
Los mares de ceniza y el odio
De las almas,
Atmósferas de plata,
Ríos y mares de oro,
Lugares vedados donde el vino fluye,
Santuarios orgullosos con ofrendas en lágrimas.
Una guerra para los poemas del hombre,
Poemas para las guerras del hombre.
Así sus hijos
Se adueñaron de su cuerpo,
Sus hijos fueron su cuerpo…

(Cosmogonía Vidal, canto I)

martes, 27 de mayo de 2008

Microcosmos VII



I
La vida no es una fiesta; la fiesta fue antes pero la resaca nos impide recordar algo.

II
Un astronauta en una nave de acero que orbita el planeta observa hacia abajo. Ve nubes de plomo y océanos como bloques de cemento y unos insectos que se creen dioses manipulando los fuegos de la ciencia. Vomita. Y decide irse al carajo.

III
El único que creó microcosmos exquisitos fue Bartók.

IV
Marlëk y su escudero llegaron cansados luego de un viaje de arenas y arroyos titánicos. Como no había nada para apagar la sed del hambre, Marlëk se comió a su escudero.

V
César se sintió vacío el día que lo apuñalaron. Un vacío de puñales y de imperios y de legiones que no sirvieron para nada.

VI
Dios abraza a la Tierra o la acaricia. Sus manos son humo tóxico que asfixia a los humanos.

VII
El Imperio llegará a su fin y la Humanidad no necesitará más estructuras supraindividuales. Pero cuando llegue ese momento, todo será un lindo recuerdo.

VIII
Un día viajé en el tiempo. Fui hacia el futuro, un par de años nomás. Me asusté tanto- mi alma sintió una pulsión de caos y mi cuerpo se abandonó en la nada-que decidí regresar a la mejor época posible: aquí y ahora.

IX
Las Ideas tienen el sabor de la sangre o de la derrota. El mundo de las Ideas no está más allá; está más acá, en el barro.

X
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Cuando despertó, el ángel todavía estaba allí.
Cuando despertó, el mundo se quebraba.
Cuando despertó, el infierno escupía almas.
Cuando despertó, la luna todavía reía.
Cuando despertó, le hizo el amor a su amante…

lunes, 19 de mayo de 2008

La Muerte de Pan


El bosque estaba en paz. Su silencio verde era perfecto, los árboles meditaban sobre el mundo mientras sorbían la atmósfera de jade y las ninfas dormían tiernas siestas, soñando con amantes divinos. Ninguna maldad se escondía entre los tallos firmes y las hojas fragantes, solo Pan. Este dios (de patas peludas y con pezuñas, dos cuernos en la frente, una sonrisa malsana en el rostro barbudo) esperaba pacientemente, bebiendo de un odre de fino cuero. Ananké había decretado, tiempo atrás cuando el mundo recién se animaba a andar, que su triste papel en la existencia consistía en asustar a todo ser racional que osara invadir el bosque. Ante su presencia han huido miles, incluso dioses de altivos rostros. Pero otra misión, otro papel más secreto y más glorioso, recaía sobre los hombros de este dios: todo el paganismo, con sus vastos límites, llameaba en su corazón. Él, en realidad, no lo sabía; pero Zeus, el Olimpo, las Parcas y hasta la mismísima Ananké tenían origen y fundamento en su alma, que era tosca como el vómito de Dionisio.
Pan esperaba, como siempre. Pero algo diferente había en el medio, algo que inquietaba a su nariz y a sus oídos. Quizás era el excesivo silencio del lugar o esas fragancias nuevas que comenzaban a extender sus dedos de éter sobre el aire verde. Algo se acercaba. Pan sonrió, pero su sonrisa no era la de antaño.
No sintió los pasos pero sí la presencia. Y cuando la enfrentó, al saltar desde un árbol ancho y viejo, su sonrisa se escapó como un insecto que huye de la muerte. Primero, porque el ser que estaba delante suyo no se inmutó (todos huían al ver su expresión, su fealdad, sus ojos enfermizos, su boca lasciva); segundo, porque aquel ser era extraño a su mundo. Un rostro de mujer coronaba un brillo inefable, una luz blanquísima con dos alas y una trompeta del material de las estrellas: un serafín en toda su gloria.
-vengo a anunciarte algo, dios Pan-dijo el serafín con una voz híbrida de arpa y de timbal, de relámpago y de trueno.
-¿Quién sos?-preguntó Pan con su voz tosca o de siringa desafinada.
-soy un humilde servidor de Dios, del único, aquel que todo lo ve desde el Empíreo, y vengo a anunciar tu muerte. El señor Jesucristo ha nacido y vos tenés que morir. Una nueva era comienza y nos pertenece.
-pero no es mi tiempo aún, todavía me queda una eternidad para seguir asustando y embriagándome y haciéndole el amor a las ninfas del bosque.
-nada ni nadie tiene la eternidad asegurada, ni siquiera nosotros. Ahora vendrá un tiempo de persecución y de leones hambrientos, pero luego un imperio de acero nos respaldará y, entonces, se alzarán templos aún más grandes que los tuyos, catedrales de roca y cristal que aplastarán los altares de Zeus y de Wottan; y la gente por millares en todo el mundo nos regalará su fe. Incontables guerras e instituciones de hierro irán cincelando nuestro poder y el universo será como nosotros digamos. Pero, luego de varios siglos, nosotros también nos apagaremos, y otros dioses-o Ideas-tomarán nuestro lugar para reinar sobre los hombres. Así está escrito.
Pan se entristeció. Su mirada se tornó humana y hermosa, mezclando tristeza y comprensión. Hay veces que la belleza es poder entender, aunque el entendimiento verse sobre la propia derrota.
-¿Y qué será de nosotros?-Preguntó al serafín maldito, casi en un ruego.
-seguirán existiendo pero en recuerdos, en leyendas, en cuentos, en libros en voces de ancianos. Seguirás asustando pero en bosques oscuros de mito, en mundos de tinta, dentro de un cosmos infranqueable. Allí estarán también los Titanes arrojando montañas y Sigfrido escuchando el dialecto de los pájaros; Medea y su locura, Helios en su carro de oro y Teseo perdiéndose en las entrañas de Asterión; Odín y su hidromiel absoluto y el cuerpo de Osiris navegando por el Nilo. Serás nada pero no olvido.
-¿Debo estar contento?
-simplemente debes estar, donde te corresponde. Algún día te acompañaremos. Ahora, vete. Ya es tarde.
Y entonces el bosque presenció en su pasividad verde cómo unas brumas comenzaron a elevarse en el aire, mezcladas con cenizas y lágrimas. La piel del ser pagano, del dios que era todos los dioses, se unió al aire en un abrazo de muerte, un humo con sabor a nada. Un trueno desgarró el mundo y todo fue llanto o risas: Pan había muerto. La trompeta del serafín cantó la gloria de Dios, del único dios, y luego el ser se elevó hacia el Empíreo (donde antes estaba el Olimpo y Asgard), dejando una estela de luz...

martes, 13 de mayo de 2008

Cosmogonía II


La Idea estaba antes que todo. En un espacio de éter puro y agua fresca, un océano primordial donde todo lo que iba a ser ya era, la Idea se disponía a ordenar los elementos. Es que el ser depende de una conciencia que lo configure como tal. La Idea era esa conciencia, una conciencia clara y precisa, absoluta, puro pensamiento. Un observador mental, un ojo no físico hecho de la materia con que se construyen las almas. Con los dos elementos existentes comenzó a trabajar, con agua y éter. Primero construyó una fortaleza de cristal en el centro del espacio, un sol negro que sería la fuente de poder del universo. De allí, las estrellas y sus hijos de roca fueron paridos por explosiones espectaculares-como finales orgiásticos de poemas sinfónicos, vientos y timbales y órganos chocando con ese silencio en donde todavía se percibe la magia de la batuta-. Millones de estrellas y mundos tomaron su lugar en el espacio ante la atenta mirada de la Idea, que pensaba las leyes que gobernarían ese reino. La gravedad, el caos, la luz, las reacciones de los elementos, las almas y sus prisiones de carne. Porque el universo, para existir, para seguir existiendo, necesitaba más observadores. Por eso la Idea pensó a las razas. Por eso las almas llovieron sobre ciertos mundos aptos para soportar los cuerpos y su compleja biología. Extensiones de su conciencia. En general, en el tercero o en el cuarto planeta de los sistemas estelares, fueron naciendo diversas razas que configuraron, con su pensamiento, dado que eran parte de la Idea, los diversos entes sometidos a su cotidianeidad (que es la observación sobre el devenir; la Idea, en cambio, observa en un eterno presente). Muchos siglos pasaron y así el universo creció, alimentado por las razas, cada vez más inteligentes y seguras de la realidad. La Idea sigue pensando el mundo pero este, en última instancia, es responsabilidad de las almas. Muchas razas, por no comprender que eran parte de algo más grande, se extinguieron; otras, en cambio, alcanzaron la gloria de la Idea e hicieron de su porción del cosmos un paraíso; y unas pocas, como la nuestra, siguen luchando, siguen buscando lo correcto aunque les cuesta entender el propósito que las impulsa. Dichas razas siguen llamando Dios a la Idea.

martes, 6 de mayo de 2008

Diálogos II


Señor Gris: lindo día, ¿No?
Joven Azul: odio las trivialidades. El clima o la configuración del cielo no nos pertenecen. Hablemos de cosas humanas.
SG: bueno, pero el clima es humano. Sin humanidad no existiría el clima, solo fenómenos desnudos de reglas, sueltos.
JA: usted me entiende. Quiero decir, no hablemos del mundo de afuera, hablemos del mundo que se esconde en lo hondo, donde las significaciones son fuertes y únicas.
SG: está bien. Ayer maté a alguien.
JA: bueno, eso está mejor.
SG: nunca había matado a nadie. Siempre imaginé que como hombres nosotros no tenemos derecho a matar. Ese privilegio solo les pertenece a los inferiores. Pero lo hice. Porque sí. Me abracé al cuchillo como a un templo y hundí mi mano en el pecho de esa mujer. No gritó. Supongo que entendió mis razones, aunque no las tuviese.
JA: le digo: primero, el hombre es el único que mata, el único que entiende lo que es quitar una vida. Los animales matan por instinto, es decir, la naturaleza los obliga a matar. El hombre, en cambio, al matar, sabe que está negando al otro y, en ese acto elemental, a su vez, se niega a si mismo. El que mata, se mata, se suicida, niega su condición de ser libre, y lo hace sabiéndolo; segundo, por lo tanto, no creo que usted no tuviera razones para hacerlo.
SG: no le miento. Fue automático. No pensé. Solo fue el cuchillo, mi mano y la Muerte llenando los ojos de esa mujer. Si lo racionalizo supongo que quería probar que me asquea el mundo, que somos nada reproduciendo nada todo el tiempo y que Dios dejó este barco hace mucho tiempo. Ahora voy a matarme. Cuando este tren llegue a la Terminal yo también probaré las sabanas del olvido.
JA: ¿vio? Después de todo, razones tenía. Fuertes razones. Bueno, acá me bajo. Que siga bien, señor, y que del otro lado comprenda que el mundo no es tan malo.
SG: el mundo es lo que es. Somos nosotros los malditos. Yo, por mi parte, no molestaré más. Que siga bien. Nos vemos del otro lado…

lunes, 28 de abril de 2008

Microcosmos VI




I
Códigos y biblias y tratados y cánones y doctrinas y evangelios fueron devorados por el incendio descomunal del 8907 (un atardecer en el fango). Desde ese día el mundo es más sano.

II
Luego de un océano violento Dramac el Conquistador llegó a las Tierras de Nark. Dicen que allí lo conquistaron unos seres desprovistos de palabra y de odio.

III
En el centro de la galaxia se esconde Dios tras un dado gigante.

IV
El fuego tuvo un hijo. Le decían Humo. Creó muchos reinos pero era tan débil que sus tierras se fueron apagando con el correr de los siglos. Su padre no lo perdonó.

V
Un dios me trae droga todas las noches. Las fantasías son hermosas y reales, una neblina con sabor a cristal. Su nombre es Morfeo y le pago con monedas de tiempo.

VI
La Tierra recibiendo una lluvia de rocas y de fuego, una atmósfera débil y Pan apoderándose de las ciudades: una de las maneras de Dios para decir se acabó.

VII
Nenes disfrazados con armaduras jugando con átomos. Luego, nubes de hongos rojos llenando la realidad: otra despedida divina.

VIII
La sangre de las ratas, ríos que tienen títulos de propiedad sobre las calles. Primero, una tos, y después uno tiene que sacarse la piel porque quema. El vacío saluda al género humano.

IX
Un niño destruirá a la Humanidad. Solo denle una espada, algún humo alucinógeno y niéguenle los frutos del árbol de la ciencia.

X
No nos extinguiremos nunca. La eternidad es ahora y es nuestra…

martes, 22 de abril de 2008

Preludios


I
Un rey, miles de soldados brillantes,
Miles de caballos con cuernos,
Cientos de elefantes orgullosos,
Aparatos de ciencia y muerte,
Un bosque ya acabado,
Un prado de fuego, humo sofocante,
Una ciudad escondida
Tras una muralla de marfil y oro y plata y acero,
Cúpulas hermosas, templos felices,
Bibliotecas repletas de tratados soberbios
Y poemas nostálgicos,
Arcos y estatuas y palacios que ahora tiemblan.
Otro rey, no tantos hombres pero hay fuego en sus almas,
Arqueros en torres de orgullo esperando ser un acantilado
Que detenga esa marea de metal,
Esas olas hechas de espadas inevitables,
De armaduras construidas con odio y fuego.
Un mar brillante avanzando en falanges de muerte,
Trompetas gritando el nombre de los dioses.
La batalla comienza.
Los dos reyes sonríen.
Los soldados quieren morir.
La batalla comienza.

II
Un arpa queda comienza su paseo. Se suman luego unas cuerdas taciturnas. Suben una escalera, de a poco. Algún oboe les susurra algo, luego un timbal de voz divina, voz de trueno, voz de Júpiter. Los acompaña sin cansarse, persistente, como le enseñaron. Viene un órgano y se hace el rey. Lo respetan. Una fuga, notas que se repiten. Opina una tuba, con miedo. Luego unas trompetas y unos trombones gritan y el caos parece amigarse con un clavicordio borracho. Quizás no este a gusto. El clavicordio no se entiende con el bajo continuo, el órgano sube más rápido, más agudo; el timbal cae, las cuerdas se tropiezan, algunos vientos dudan. Comienza la Suite del Caos en do mayor de Dios.

III
Una plaza arropada por los vientos del atardecer. Algunos niños juegan en las estructuras de metal, sucias y urbanas. Las madres repiten las mentiras de la tele, de la cotidianeidad. Unos jóvenes se pasan una pelota, se olvidan de sus días, solo la plaza, la pelota y los amigos. Unos viejos batallan en un ajedrez añejo. El mundo está en juego y solo queda una dama, la negra. Otros se pierden en un mazo de truco, de envido, de real envido. Está en juego una botella de buen tinto y un sándwich. Algunos miran los árboles, los conmueve su soledad, su respiración musical, la brisa jugando con sus ramas tristes pero longevas. Hay perros también, en un mar sin tiempo. Y palomas que se quieren ir a dormir luego de una jornada de mucha miga. En eso, la noche desciende con su capa de astros y sus alas de amapolas y su piel de sábanas de seda…

martes, 15 de abril de 2008

Diálogos


Aquiles: hola Menecio.
Menecio: hola Aquiles. Hermoso el día que nos regalan las Horas y los dioses de frescas caras.
A: en verdad. Solo un día como este merece ser recordado hasta que el fin decida cerrar las cortinas.
M: es cierto, rey de los mirmidones bravos.
A: ¿Te vas a Troya?
M: no, me quedo con mi esposa y mis hijos, me necesitan más que una ciudad extranjera.
A: no entiendo tus razones. La nación es la primera y única familia. Ese mar de espadas es lo único que importa.
M: la guerra es para los débiles. El amor de mi hogar es el fuego que necesito.
A: ¿acaso no temes que te consideren un cobarde?
M: las voces de la Fama son vanas y traicioneras. Prefiero la lengua de mi esposa cuando me ofrece su miel.
A: yo quiero los gritos de mil hombres y los cantos de los bardos escupiendo mi nombre entre los suspiros de una lira. La eternidad tendrá mi nombre como una joya costosa.
M: la eternidad no sabe de humanos. La eternidad se cansa por el peso de los siglos, que entierran muchas razas.
A: la muerte es más dulce en batalla.
M: es más dulce en un lecho suave, junto a tu diosa personal.
A: al Hades no le gustan los ociosos.
M: mi alma estará en paz, siempre. El Hades me recibirá con brazos de opio y sonrisas sinceras. Me recibirá como a un filósofo o como a un guerrero que perdió la vida por su suelo. Los jueces me juzgarán bien. La justicia real no discrimina.
A: serás un alma cobarde, gris, amarga, sin escudo, sin lengua, sin el óbolo necesario.
M: tendré la moneda más importante: el recuerdo de una vida de paz y de las sonrisas doradas de mis seres queridos.
A: qué equivocado que estás. Lamento que seas de esta tierra. Que los dioses se apiaden de tu esencia.
M: no soy griego. Soy humano y amante y padre y labrador. No importa nada más. Que los dioses velen tu destino.
A: mis barcos están esperándome. Debo irme. Te deseo lo mejor, Menecio, hijo de Arges. Ojalá tu alma encuentre el camino.
M: igualmente, Aquiles, hijo de Peleo, pero te repito: mi alma hace rato encontró la senda. Que pelees y mueras bien. Recuerda: Troya no importa, solo los hombres y sus almas de oro…

martes, 8 de abril de 2008

Microcosmos V


I
Un mundo nace de una flor que plantó un ángel. Durará un día o miles de siglos pero insectos abismales le quitarán el sabor, y tarde o temprano, esa flor apenas será cenizas en un jardín de sombras.

II
Universos Paralelos S. A. le proveerá fantasías diversas. No nos hacemos responsables por el caos de su alma.

III
Una Tierra sin fronteras. Amor libre en las calles sin asfaltar. Sin autoridades con brazos de hierro. Tribunales y templos reducidos a escuelas. La guerra como un mal recuerdo.
Una humanidad que durará siglos. Qué linda imagen descendió de una nube de amapolas.

IV
Otro mundo. Un mundo de vino. Baco sentado en un trono. Los muros son de vino. El mar es de vino. El cielo es de vino. Sátiros y Bacantes y Faunos y Silenos reinan en las provincias, que también son de vino. La India es solo el centro del Cosmos. Cosmos dionisiaco.

V
El universo es solo esta tierra. No. Es solo lo que veo y siento ahora, en este lugar. No hay nada más.

VI
Fumaba el rey Diocá en un palacio hecho de hadas y elfos. Tres esclavas le hacían caricias de relámpagos a su esposa la reina. En un laberinto hecho de sangre, más allá del jardín, el mundo pedía comida y tabaco.

VII
Cosmos infinito. Lleno de galaxias y energías absurdas. Razas que mueren y nacen y mueren. Solo una pila que impulsa un juguete en el escritorio de Dios.

VIII
Un Mundo le dice a otro: che, estoy cansado, tengo millones de seres que se matan entre sí y arruinan mi piel. El otro responde: qué emocionante, yo estoy vacío…

IX
Mareas que me comen como lenguas. Son solo los dioses que olvidé detrás de un mundo condenado a morir.

X
Dios, luego oscuridad. Caos, luego Orden. Sueños, luego existe la vigilia en la cual veo mis pensamientos. Pienso, dudo, siento; luego ¿Existo?

domingo, 30 de marzo de 2008

Cosmogonía


En un principio, el Caos reinaba sobre todo. La confusión era absoluta: la luz batallaba con la oscuridad; el Infierno era un arpa dulce que tocaba el éter; la luna era el sol; el sol era la luna y las lunas; las estrellas estaban tiradas en la arena; el mar, el océano y los ríos se abrazaban en el cielo y cantaban cacofonías; el rayo y el trueno eran suaves murmullos; los planetas eran rocas de gas suspendidas en el vacío; el fuego helaba y el hielo tosía lenguas bermejas; los pensamientos eran de carne y estaban libres.
Caos se asentaba en un hueco ubicado encima del universo caótico de entonces. A toda hora mandaba a sus duendes, los Caóticos, a desordenar más todo lo que existía. Hasta que un día, desde el sur llego Cosmos y logró desterrar a Caos, enviándolo al vacío más allá del universo: la Nada.
Una larga y agotadora batalla enfrentó a estos dos dioses y a sus respectivos ejércitos: los Caóticos y los Cósmicos; una dura guerra que logró estremecer los cimientos del reino superior del Metacosmos, el universo-dios perpetuo. El rey de este mundo ideal finalmente concedió la victoria a Cosmos y le ordenó que construyese un universo nuevo allí donde había ocurrido la guerra. A Caos lo mandó a la Nada, que está separada del orden por una barrera de antimateria.
Cosmos comenzó a trabajar inmediatamente. Primero separó cielo, infierno y tierra. Después, el agua, el aire y el fuego. Pintó galaxias y despertó planetas. Los dotó de atmósferas y corazones de llama. Creó lunas y soles y escribió las leyes necesarias para evitar que lo caótico volviese. Luego se detuvo en la Tierra y la embelleció; la colmó de frutos, valles, montes, praderas, bosques, faunos, animales, etc.
Cuando todo estuvo perfecto decidió crear una forma de vida que pudiese pensar, que pudiese entender su propósito. Caminando sobre el sol vio a un Cósmico; con solo una mirada lo transformó en un ser de luz pura, un ángel, para que morase con él en el empíreo, una región del cielo que está por debajo del Metacosmos. Del mismo modo obró con todos sus súbditos y formó así legiones de legiones para comandar el incipiente mundo.
Pero desde el vacío se escaparon los Caóticos y se transformaron en entes de noche, en demonios; así tuvo lugar una vez más la guerra que colmó con su violencia el cosmos recién establecido, la guerra que Milton recrea en su Paraíso Perdido; la Titanomaquia de los griegos y el Ragnarok de los nórdicos. Muchos siglos pasaron y al fin Cosmos venció definitivamente. Solo quedaban dos seres: un Caótico y un Cósmico. Entonces el dios del orden, ante una sugerencia de Metacosmos, los separó por la mitad y los mezcló, creando de ello un par de seres nuevos: un hombre y una mujer. Los hizo morar en la Tierra y les ordenó tener una gran descendencia.

Así, amigos míos, nació el género humano…

domingo, 23 de marzo de 2008

Microcosmos IV

I
Qué es todo lo creado sino el reflejo de lo no creado.

II
La vida es el despertar de un sueño de sombras; la muerte, el despertar de la vida. O mejor dicho: la vida es una flor-o una rama-; la muerte, un árbol.

III
Un abismo de enfermos entes trajo a Lovecraft al mundo. Él no creo nada, solo recordó sueños anteriores a su luz.

IV
Detrás de esa calle había un laberinto. Como una ciudad, devoraba toda la basura.

V
Holmm el Inocente lloró al ver a miles de niños entre sátiros y abejas de sangre. Luego recordó que él los había llevado hasta ahí. Dicen que abrazó a su espada con mucho amor.

VI
El océano aprieta a la tierra en los límites. Al norte, un infierno de hielo. Al sur, unas islas de cristal. Los demás extremos son sostenidos por gigantes humanistas que le tienen mucha paciencia al hombre. Si se cansaran, el cielo haría el amor con el mundo.

VII
Odín y Thor jugaban al ajedrez. Odín dominaba todo el centro y se preparaba para amordazar a la reina cuando un caballo-elefante de Thor lo paró en seco. Jaque mate. Odín le dio la mano a su hijo y le sirvió hidromiel y mujeres hermosas.

VIII
Naves y naves pretendieron hacer entrar en razón a César-emperador del Universo-. Solo sirvió un libro y una nueva mitología.

IX
Dios es una piel que recubre las galaxias.

X
Dios está muerto. Se suicidó hace unos momentos.

sábado, 15 de marzo de 2008

La Manzana




-Come, Adán, de este delicioso manjar. Es sabroso, más que cualquier otro fruto etéreo, y nos hará elevar hacía el empíreo, llenando cada vena de nuestros cuerpos con alas de seda. Come, Dios nos perdonará, no te preocupes por eso. Quizás hasta seremos poderosos por probarlo, más poderosos que Él, y tomaremos por asalto su palacio de plata y lo destronaremos y lo exiliaremos a la oscuridad del Orco. Come. Regocíjate con cada bocado y llénate de su delicioso zumo, portador de la ciencia que nos hará libres. Come, y olvídate de las dudas que estancan tu alma, olvídate del aburrimiento que nos provee el paraíso y anhela con ardor las praderas cristalinas que nos esperan en las alturas. Come, y sé feliz; sé éter y fuego y vientos de verdad. Come, y sé Humano.-así dijo Eva, mientras le alcanzaba a Adán la manzana del Cosmos.
¡Y aquí estamos! Ellos residen en el último de los cielos porque fueron perdonados, pero nosotros estamos acá, atados a las cadenas del devenir. Pero no importa ¿acaso no seria aburrido vivir una eternidad rodeados de la opulencia del paraíso? ¿Acaso no es desafiante y divertido vivir la vida, probar sus sinsabores, sus caídas, sus templos? Debemos agradecer a Eva por librarnos del pedante edén. Debemos agradecer la manzana que nos legó la luz.
Primero, amigos y enemigos, permítanme describir el árbol padre de la fruta. Se encuentra en medio del vetusto jardín que está más allá del Tiempo. Se erecta tan soberbio y tan alto que parece sostener en su copa la bóveda celeste. Su tronco y sus ramas están hechos de un material divino que se parece en fulgor al sol y a los astros de la noche. La brisa al pasar entre sus tenues brazos susurra verdades absolutas vedadas al oído humano. Este solo escucha un concierto etéreo de laúdes, arpas, clavicordios, violines, cellos, órganos y coros de serafines. Las hojas del árbol poseen la palidez de la luna, el brillo níveo de la piel de Tetis, el color de las ropas de una Vestal. Una lluvia de néctar lo riega, servida por doradas nubes en deliciosas tempestades, una danza entre el rayo de faz blanca y el trueno de voz ronca y el viento de ásperos rizos. También el rocío complementa al árbol, esas lágrimas de la Aurora en honor a su hijo, lágrimas rosadas que besan cada hoja y cada rama.
Y su flor, ¡Qué Belleza! Tan solo comparable al rostro femenino o al sutil recuerdo de un sueño perfecto ya olvidado o a un atardecer pintado con los colores de los demás atardeceres. Sus pétalos son del color del índigo y su aroma es la esencia de la brisa primaveral y su sangre alimenta a abejas de oro y mariposas de zafiro.
Ahora sí, la manzana, el fruto que nos arrancó violentamente del paraíso, que nos ató a la fortaleza del Hado y nos regaló el poder de la ciencia. Brilla con un fulgor verde similar a las aguas de un océano cálido. Cuelga de las incontables ramas doradas y es acariciado por el viento de dedos eróticos, quien ama secretamente. En su interior duerme el pecado digno de cometer, la lujuria digna de sentir, la tentación digna de probar, la ciencia digna de saber y el reto digno de afrontar.
Yo lo he probado también, y créanme cuando digo que no hay nada más real que aquel fruto. Me dio todo, incluso la certeza de que existo. Cuando lo probé, sentí la inmensidad, el cosmos y sus puentes, la música infinita de los ángeles, todos los vinos, todos los libros, el plan de Ananké, los demás cielos. Y aquí estoy. Bendiciendo la condena que me apresa en este instante que ya se va, agradecido de esta vida que se escapa pero que es tan real como cualquier otra. Mientras canto sé que lo que me espera es un infierno, un infierno dulce y de paredes de hierba. Gracias Adán, Eva, Dios. Gracias por hacerme Humano…

martes, 11 de marzo de 2008

Mitologias


I
Antes de la nada estaba el Caos. Era un dios infinito y complejo, perezoso, que gustaba de estar echado sobre un colchón de vientos o lanzando rocas inmateriales hacia los límites de su reino. Este dios no poseía conciencia; solo era, solo existía, y su devenir no tenía un propósito: era más bien un preludio, una espera, una condición para algo más.
En un no-momento (pues no existía el tiempo) el Caos comenzó a disolverse, se mezcló con cierta bruma que salía de una fisura en el espacio-vacío-caos y se transformó en otra cosa: se transformó en Orden, en Cosmos.

IV
Estaban los dioses en el techo del universo, debatiendo sobre algunas creaciones. Tërium, dios del espacio, el que todo lo entiende, decía que había que formar algunas galaxias en el Norte Alto, y dos o tres planetas con vida inteligente en dicho sector. Zërium, dios de la moral y de las regiones donde penan los criminales, aludió a la necesidad de escribir más códigos y normas para las razas existentes; y a la creación de un par de islas temporales para aquellos que cometiesen los crímenes mas horribles, aquellos dignos del odio divino. Fërium, dios del placer y guardián del palacio de incienso, quería crear algunos planetas con atmósferas de narcóticos y vientos embriagantes. Dërium, dios de la guerra y de la sangre, sugirió poner en algunos mundos de paz razas de acero y fuego, seres belicosos que no respetasen la misericordia.
Luego de un muy largo debate, en donde también participaron otros dioses, se decidió crear la Tierra y a todos sus seres.

XII
…Las murallas recibieron con asco
Las oleadas de metal y fuego,
Carne iracunda,
Carne de sombras.
Eótinn gritaba con ardor
Y sus flechas certeras mancillaban
El acero enemigo, que temblaba.
La roca cedía, los gritos se cosechaban,
Los caballos y dragones y las máquinas de muerte
Corrían en un mar de humo, entre llantos.
Y los dioses solo miraban,
Escuchaban,
La sinfonía del dolor,
La canción roja…

(Fragmento de la Eónida, canto V)

XX
En un planeta desierto
El dios Mor sabe que va a morir.
Lo llevaron ahí hadas de miedo,
Para que el mundo de caos
Lo devorase.
Él se sienta y respira.
Cada pensamiento lo acaricia
Y lo acompaña,
Y le da las llaves de la no-existencia.
Esta en paz, abrazado a una espada
Que añora tiempos más rojos.
Su única compañera,
Desde los pecados que cometió.
Mira al cielo, que es gris y débil.
Respira por última vez…

(Saga de Mor, canto final)

martes, 4 de marzo de 2008

Primer Paso

Un primer paso que en realidad es un paso más, o un paso menos, hacia eso que es irremediable: la muerte o los lectores...

Sonidos (hay mucho para escuchar)

Paraiso Perdido

Paraiso Perdido