sábado, 18 de octubre de 2008

Macrocosmos


 

La música se cuela por la ventana de neón y yo ya no soy un Ser, soy un pedazo de Caos rostizado, un átomo suelto en la Avenida de Los Dioses, un juguete tirado en un rincón sucio de una casa donde ya los niños se asustaron con la muerte. Pero intento volver a ser, intento volver a las miserias de este mundo que descuidamos, este mundo que no merece la presencia de estos seres de humo-petróleo, de baratijas gastadas, de sistemas inútiles, de dioses de odre: estos Seres Humanos. Quiero volver pero la música me arrastra, lo abstracto dejándome en las puertas de la percepción, más allá de las convenciones que son tan innecesarias. Los impulsos desnudos tirando las cadenas de la razón. El cielo desgarrado sin dioses violentos, sin industrias de plomo, sin leones machistas, sin falos de oro, sin miedos, sin dagas borrachas, sin sangre de agua. Pero quiero volver igual. Quiero volver al infierno cotidiano. Porque uno tiene que aceptar su condena. Música, por favor, andate, y dejame con este desierto de vanidades…  

Sonidos (hay mucho para escuchar)

Paraiso Perdido

Paraiso Perdido