El caos tiene sabor a asado
y a pasto; a plástico y a sahumerio; a vino y a mandioca. Al caos hay que
comerlo despacito, mirando los atardeceres enredados, los cielos que se caen en
el pozo del mundo, las bicicletas que surcan los caminos de nubes viejas, los
rostros de piedra de dioses vivos olvidados, el escalectric del niño que jugaba
con muñecas, las muñecas que bailan una suite de Britten y todos los etcéteras que
usted, estimado aspirante a caótico, tenga ganas de echar sobre la mesa esta
mesa de puro caos…
PD: volví acá. Espero seguir volviendo...