domingo, 30 de marzo de 2008

Cosmogonía


En un principio, el Caos reinaba sobre todo. La confusión era absoluta: la luz batallaba con la oscuridad; el Infierno era un arpa dulce que tocaba el éter; la luna era el sol; el sol era la luna y las lunas; las estrellas estaban tiradas en la arena; el mar, el océano y los ríos se abrazaban en el cielo y cantaban cacofonías; el rayo y el trueno eran suaves murmullos; los planetas eran rocas de gas suspendidas en el vacío; el fuego helaba y el hielo tosía lenguas bermejas; los pensamientos eran de carne y estaban libres.
Caos se asentaba en un hueco ubicado encima del universo caótico de entonces. A toda hora mandaba a sus duendes, los Caóticos, a desordenar más todo lo que existía. Hasta que un día, desde el sur llego Cosmos y logró desterrar a Caos, enviándolo al vacío más allá del universo: la Nada.
Una larga y agotadora batalla enfrentó a estos dos dioses y a sus respectivos ejércitos: los Caóticos y los Cósmicos; una dura guerra que logró estremecer los cimientos del reino superior del Metacosmos, el universo-dios perpetuo. El rey de este mundo ideal finalmente concedió la victoria a Cosmos y le ordenó que construyese un universo nuevo allí donde había ocurrido la guerra. A Caos lo mandó a la Nada, que está separada del orden por una barrera de antimateria.
Cosmos comenzó a trabajar inmediatamente. Primero separó cielo, infierno y tierra. Después, el agua, el aire y el fuego. Pintó galaxias y despertó planetas. Los dotó de atmósferas y corazones de llama. Creó lunas y soles y escribió las leyes necesarias para evitar que lo caótico volviese. Luego se detuvo en la Tierra y la embelleció; la colmó de frutos, valles, montes, praderas, bosques, faunos, animales, etc.
Cuando todo estuvo perfecto decidió crear una forma de vida que pudiese pensar, que pudiese entender su propósito. Caminando sobre el sol vio a un Cósmico; con solo una mirada lo transformó en un ser de luz pura, un ángel, para que morase con él en el empíreo, una región del cielo que está por debajo del Metacosmos. Del mismo modo obró con todos sus súbditos y formó así legiones de legiones para comandar el incipiente mundo.
Pero desde el vacío se escaparon los Caóticos y se transformaron en entes de noche, en demonios; así tuvo lugar una vez más la guerra que colmó con su violencia el cosmos recién establecido, la guerra que Milton recrea en su Paraíso Perdido; la Titanomaquia de los griegos y el Ragnarok de los nórdicos. Muchos siglos pasaron y al fin Cosmos venció definitivamente. Solo quedaban dos seres: un Caótico y un Cósmico. Entonces el dios del orden, ante una sugerencia de Metacosmos, los separó por la mitad y los mezcló, creando de ello un par de seres nuevos: un hombre y una mujer. Los hizo morar en la Tierra y les ordenó tener una gran descendencia.

Así, amigos míos, nació el género humano…

domingo, 23 de marzo de 2008

Microcosmos IV

I
Qué es todo lo creado sino el reflejo de lo no creado.

II
La vida es el despertar de un sueño de sombras; la muerte, el despertar de la vida. O mejor dicho: la vida es una flor-o una rama-; la muerte, un árbol.

III
Un abismo de enfermos entes trajo a Lovecraft al mundo. Él no creo nada, solo recordó sueños anteriores a su luz.

IV
Detrás de esa calle había un laberinto. Como una ciudad, devoraba toda la basura.

V
Holmm el Inocente lloró al ver a miles de niños entre sátiros y abejas de sangre. Luego recordó que él los había llevado hasta ahí. Dicen que abrazó a su espada con mucho amor.

VI
El océano aprieta a la tierra en los límites. Al norte, un infierno de hielo. Al sur, unas islas de cristal. Los demás extremos son sostenidos por gigantes humanistas que le tienen mucha paciencia al hombre. Si se cansaran, el cielo haría el amor con el mundo.

VII
Odín y Thor jugaban al ajedrez. Odín dominaba todo el centro y se preparaba para amordazar a la reina cuando un caballo-elefante de Thor lo paró en seco. Jaque mate. Odín le dio la mano a su hijo y le sirvió hidromiel y mujeres hermosas.

VIII
Naves y naves pretendieron hacer entrar en razón a César-emperador del Universo-. Solo sirvió un libro y una nueva mitología.

IX
Dios es una piel que recubre las galaxias.

X
Dios está muerto. Se suicidó hace unos momentos.

sábado, 15 de marzo de 2008

La Manzana




-Come, Adán, de este delicioso manjar. Es sabroso, más que cualquier otro fruto etéreo, y nos hará elevar hacía el empíreo, llenando cada vena de nuestros cuerpos con alas de seda. Come, Dios nos perdonará, no te preocupes por eso. Quizás hasta seremos poderosos por probarlo, más poderosos que Él, y tomaremos por asalto su palacio de plata y lo destronaremos y lo exiliaremos a la oscuridad del Orco. Come. Regocíjate con cada bocado y llénate de su delicioso zumo, portador de la ciencia que nos hará libres. Come, y olvídate de las dudas que estancan tu alma, olvídate del aburrimiento que nos provee el paraíso y anhela con ardor las praderas cristalinas que nos esperan en las alturas. Come, y sé feliz; sé éter y fuego y vientos de verdad. Come, y sé Humano.-así dijo Eva, mientras le alcanzaba a Adán la manzana del Cosmos.
¡Y aquí estamos! Ellos residen en el último de los cielos porque fueron perdonados, pero nosotros estamos acá, atados a las cadenas del devenir. Pero no importa ¿acaso no seria aburrido vivir una eternidad rodeados de la opulencia del paraíso? ¿Acaso no es desafiante y divertido vivir la vida, probar sus sinsabores, sus caídas, sus templos? Debemos agradecer a Eva por librarnos del pedante edén. Debemos agradecer la manzana que nos legó la luz.
Primero, amigos y enemigos, permítanme describir el árbol padre de la fruta. Se encuentra en medio del vetusto jardín que está más allá del Tiempo. Se erecta tan soberbio y tan alto que parece sostener en su copa la bóveda celeste. Su tronco y sus ramas están hechos de un material divino que se parece en fulgor al sol y a los astros de la noche. La brisa al pasar entre sus tenues brazos susurra verdades absolutas vedadas al oído humano. Este solo escucha un concierto etéreo de laúdes, arpas, clavicordios, violines, cellos, órganos y coros de serafines. Las hojas del árbol poseen la palidez de la luna, el brillo níveo de la piel de Tetis, el color de las ropas de una Vestal. Una lluvia de néctar lo riega, servida por doradas nubes en deliciosas tempestades, una danza entre el rayo de faz blanca y el trueno de voz ronca y el viento de ásperos rizos. También el rocío complementa al árbol, esas lágrimas de la Aurora en honor a su hijo, lágrimas rosadas que besan cada hoja y cada rama.
Y su flor, ¡Qué Belleza! Tan solo comparable al rostro femenino o al sutil recuerdo de un sueño perfecto ya olvidado o a un atardecer pintado con los colores de los demás atardeceres. Sus pétalos son del color del índigo y su aroma es la esencia de la brisa primaveral y su sangre alimenta a abejas de oro y mariposas de zafiro.
Ahora sí, la manzana, el fruto que nos arrancó violentamente del paraíso, que nos ató a la fortaleza del Hado y nos regaló el poder de la ciencia. Brilla con un fulgor verde similar a las aguas de un océano cálido. Cuelga de las incontables ramas doradas y es acariciado por el viento de dedos eróticos, quien ama secretamente. En su interior duerme el pecado digno de cometer, la lujuria digna de sentir, la tentación digna de probar, la ciencia digna de saber y el reto digno de afrontar.
Yo lo he probado también, y créanme cuando digo que no hay nada más real que aquel fruto. Me dio todo, incluso la certeza de que existo. Cuando lo probé, sentí la inmensidad, el cosmos y sus puentes, la música infinita de los ángeles, todos los vinos, todos los libros, el plan de Ananké, los demás cielos. Y aquí estoy. Bendiciendo la condena que me apresa en este instante que ya se va, agradecido de esta vida que se escapa pero que es tan real como cualquier otra. Mientras canto sé que lo que me espera es un infierno, un infierno dulce y de paredes de hierba. Gracias Adán, Eva, Dios. Gracias por hacerme Humano…

martes, 11 de marzo de 2008

Mitologias


I
Antes de la nada estaba el Caos. Era un dios infinito y complejo, perezoso, que gustaba de estar echado sobre un colchón de vientos o lanzando rocas inmateriales hacia los límites de su reino. Este dios no poseía conciencia; solo era, solo existía, y su devenir no tenía un propósito: era más bien un preludio, una espera, una condición para algo más.
En un no-momento (pues no existía el tiempo) el Caos comenzó a disolverse, se mezcló con cierta bruma que salía de una fisura en el espacio-vacío-caos y se transformó en otra cosa: se transformó en Orden, en Cosmos.

IV
Estaban los dioses en el techo del universo, debatiendo sobre algunas creaciones. Tërium, dios del espacio, el que todo lo entiende, decía que había que formar algunas galaxias en el Norte Alto, y dos o tres planetas con vida inteligente en dicho sector. Zërium, dios de la moral y de las regiones donde penan los criminales, aludió a la necesidad de escribir más códigos y normas para las razas existentes; y a la creación de un par de islas temporales para aquellos que cometiesen los crímenes mas horribles, aquellos dignos del odio divino. Fërium, dios del placer y guardián del palacio de incienso, quería crear algunos planetas con atmósferas de narcóticos y vientos embriagantes. Dërium, dios de la guerra y de la sangre, sugirió poner en algunos mundos de paz razas de acero y fuego, seres belicosos que no respetasen la misericordia.
Luego de un muy largo debate, en donde también participaron otros dioses, se decidió crear la Tierra y a todos sus seres.

XII
…Las murallas recibieron con asco
Las oleadas de metal y fuego,
Carne iracunda,
Carne de sombras.
Eótinn gritaba con ardor
Y sus flechas certeras mancillaban
El acero enemigo, que temblaba.
La roca cedía, los gritos se cosechaban,
Los caballos y dragones y las máquinas de muerte
Corrían en un mar de humo, entre llantos.
Y los dioses solo miraban,
Escuchaban,
La sinfonía del dolor,
La canción roja…

(Fragmento de la Eónida, canto V)

XX
En un planeta desierto
El dios Mor sabe que va a morir.
Lo llevaron ahí hadas de miedo,
Para que el mundo de caos
Lo devorase.
Él se sienta y respira.
Cada pensamiento lo acaricia
Y lo acompaña,
Y le da las llaves de la no-existencia.
Esta en paz, abrazado a una espada
Que añora tiempos más rojos.
Su única compañera,
Desde los pecados que cometió.
Mira al cielo, que es gris y débil.
Respira por última vez…

(Saga de Mor, canto final)

martes, 4 de marzo de 2008

Primer Paso

Un primer paso que en realidad es un paso más, o un paso menos, hacia eso que es irremediable: la muerte o los lectores...

Sonidos (hay mucho para escuchar)

Paraiso Perdido

Paraiso Perdido