I
Un rey, miles de soldados brillantes,
Miles de caballos con cuernos,
Cientos de elefantes orgullosos,
Aparatos de ciencia y muerte,
Un bosque ya acabado,
Un prado de fuego, humo sofocante,
Una ciudad escondida
Tras una muralla de marfil y oro y plata y acero,
Cúpulas hermosas, templos felices,
Bibliotecas repletas de tratados soberbios
Y poemas nostálgicos,
Arcos y estatuas y palacios que ahora tiemblan.
Otro rey, no tantos hombres pero hay fuego en sus almas,
Arqueros en torres de orgullo esperando ser un acantilado
Que detenga esa marea de metal,
Esas olas hechas de espadas inevitables,
De armaduras construidas con odio y fuego.
Un mar brillante avanzando en falanges de muerte,
Trompetas gritando el nombre de los dioses.
La batalla comienza.
Los dos reyes sonríen.
Los soldados quieren morir.
La batalla comienza.
II
Un arpa queda comienza su paseo. Se suman luego unas cuerdas taciturnas. Suben una escalera, de a poco. Algún oboe les susurra algo, luego un timbal de voz divina, voz de trueno, voz de Júpiter. Los acompaña sin cansarse, persistente, como le enseñaron. Viene un órgano y se hace el rey. Lo respetan. Una fuga, notas que se repiten. Opina una tuba, con miedo. Luego unas trompetas y unos trombones gritan y el caos parece amigarse con un clavicordio borracho. Quizás no este a gusto. El clavicordio no se entiende con el bajo continuo, el órgano sube más rápido, más agudo; el timbal cae, las cuerdas se tropiezan, algunos vientos dudan. Comienza la Suite del Caos en do mayor de Dios.
III
Una plaza arropada por los vientos del atardecer. Algunos niños juegan en las estructuras de metal, sucias y urbanas. Las madres repiten las mentiras de la tele, de la cotidianeidad. Unos jóvenes se pasan una pelota, se olvidan de sus días, solo la plaza, la pelota y los amigos. Unos viejos batallan en un ajedrez añejo. El mundo está en juego y solo queda una dama, la negra. Otros se pierden en un mazo de truco, de envido, de real envido. Está en juego una botella de buen tinto y un sándwich. Algunos miran los árboles, los conmueve su soledad, su respiración musical, la brisa jugando con sus ramas tristes pero longevas. Hay perros también, en un mar sin tiempo. Y palomas que se quieren ir a dormir luego de una jornada de mucha miga. En eso, la noche desciende con su capa de astros y sus alas de amapolas y su piel de sábanas de seda…
Un rey, miles de soldados brillantes,
Miles de caballos con cuernos,
Cientos de elefantes orgullosos,
Aparatos de ciencia y muerte,
Un bosque ya acabado,
Un prado de fuego, humo sofocante,
Una ciudad escondida
Tras una muralla de marfil y oro y plata y acero,
Cúpulas hermosas, templos felices,
Bibliotecas repletas de tratados soberbios
Y poemas nostálgicos,
Arcos y estatuas y palacios que ahora tiemblan.
Otro rey, no tantos hombres pero hay fuego en sus almas,
Arqueros en torres de orgullo esperando ser un acantilado
Que detenga esa marea de metal,
Esas olas hechas de espadas inevitables,
De armaduras construidas con odio y fuego.
Un mar brillante avanzando en falanges de muerte,
Trompetas gritando el nombre de los dioses.
La batalla comienza.
Los dos reyes sonríen.
Los soldados quieren morir.
La batalla comienza.
II
Un arpa queda comienza su paseo. Se suman luego unas cuerdas taciturnas. Suben una escalera, de a poco. Algún oboe les susurra algo, luego un timbal de voz divina, voz de trueno, voz de Júpiter. Los acompaña sin cansarse, persistente, como le enseñaron. Viene un órgano y se hace el rey. Lo respetan. Una fuga, notas que se repiten. Opina una tuba, con miedo. Luego unas trompetas y unos trombones gritan y el caos parece amigarse con un clavicordio borracho. Quizás no este a gusto. El clavicordio no se entiende con el bajo continuo, el órgano sube más rápido, más agudo; el timbal cae, las cuerdas se tropiezan, algunos vientos dudan. Comienza la Suite del Caos en do mayor de Dios.
III
Una plaza arropada por los vientos del atardecer. Algunos niños juegan en las estructuras de metal, sucias y urbanas. Las madres repiten las mentiras de la tele, de la cotidianeidad. Unos jóvenes se pasan una pelota, se olvidan de sus días, solo la plaza, la pelota y los amigos. Unos viejos batallan en un ajedrez añejo. El mundo está en juego y solo queda una dama, la negra. Otros se pierden en un mazo de truco, de envido, de real envido. Está en juego una botella de buen tinto y un sándwich. Algunos miran los árboles, los conmueve su soledad, su respiración musical, la brisa jugando con sus ramas tristes pero longevas. Hay perros también, en un mar sin tiempo. Y palomas que se quieren ir a dormir luego de una jornada de mucha miga. En eso, la noche desciende con su capa de astros y sus alas de amapolas y su piel de sábanas de seda…
11 comentarios:
tan intenso, como siempre. en el II fue como ver a los valar de tolkien componiendo para eru... ke magia, kuantas imagenes de otros mundos nos regalas con tus eskritos!
antes que nada, gracias por pasar por mi blog.
El tuyo también me sorprendió sobre todo la música indú...
me mató
¡Por Loki! ¡Que ganas tenía de tener un rato y leerte! Lo primero, mil gracias por tus comentarios en mi blog. Lo segundo: Me siento transportado cada vez que leo por aquí. Está realmente bien. Me ha gustado sobre todo el primero de los tres. Fuego en las almas. Intenso, como bien dice Ygriega.
¡Saludos desde el Trono Nublado!
Espectacular. Las imágenes jugaron en mi cabeza. Muy buenos los tres, pero me encantó el III.
me invadio cierta tristeza al verme como un niño jugando a la pelota, olvidandome de los dias, olvidandome de la muerte...
me encantó meterme en tu blog y que de pronto suene lo que estoy escuchando. Genial.
De la nada a la gloria me fui.
Saluditos.
opino lo mismo que ygriega! se me lo vino lo mismo a la cabeza!
I.Hoy las trompetas no llaman a los dioses, y solo la búsqueda de la historia y el pasado, nos convierte en divino y poderoso ojo, que mira batallas que forjaron al hombre.
II.La música y la melodía en crescendo nos divinizó más tarde, encontrando las claves de la matemática y armonía más simple o compleja, en su belleza o su encanto.
III.Pero allí en el parque urbano, las trompetas no llaman a los dioses; el ajedrez terminó pronto y perdieron las blancas y el órdago lo perdieron los hombres, sin saber cómo ni cuándo.
Placer señor por descansar en su balcón de Titanes, Z+-----
Muy interesante su blog, me gusta como escibe, me hace acordar a un amigo y también un poco al grande de Dalmiro Saenz en novelas geniales como "El depredador".
Gracias a todos...
Ygriega: muy buena observación...
Juan Pablo:entre tanto pop hay que pasar la esponja de la buena música...
Erebus:un honor que diga eso...
Eli:gracias como siempre, sabia que esa te iba a gustar...
El Fantasma:es la única manera de vivir, aveces...
Clementina:bienvenida...
Latinloser:me alegro, otro silmarillion-la única obra que leí de Tolkien...
Señor de la Vega:gracias, su balcón es más hermoso...
Don Fisico:gracias y bienvenido, siempre un fisico es muy bienvenido...
Titán!
Aparezco desde los arbustos, por detrás... y leo.
Te cuento: he recomendado tu blog y leyendolo junto a un amigo observó que más alla de la calidad, tenés un dejo de locura.
Y es exacto (creo que lo pensamos todos) pero yo agrego: acaso los titanes no se zambullen, nadan, beben y dormitan diariamente en ella?
Natura, signore. Natura.
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