Aquiles: hola Menecio.
Menecio: hola Aquiles. Hermoso el día que nos regalan las Horas y los dioses de frescas caras.
A: en verdad. Solo un día como este merece ser recordado hasta que el fin decida cerrar las cortinas.
M: es cierto, rey de los mirmidones bravos.
A: ¿Te vas a Troya?
M: no, me quedo con mi esposa y mis hijos, me necesitan más que una ciudad extranjera.
A: no entiendo tus razones. La nación es la primera y única familia. Ese mar de espadas es lo único que importa.
M: la guerra es para los débiles. El amor de mi hogar es el fuego que necesito.
A: ¿acaso no temes que te consideren un cobarde?
M: las voces de la Fama son vanas y traicioneras. Prefiero la lengua de mi esposa cuando me ofrece su miel.
A: yo quiero los gritos de mil hombres y los cantos de los bardos escupiendo mi nombre entre los suspiros de una lira. La eternidad tendrá mi nombre como una joya costosa.
M: la eternidad no sabe de humanos. La eternidad se cansa por el peso de los siglos, que entierran muchas razas.
A: la muerte es más dulce en batalla.
M: es más dulce en un lecho suave, junto a tu diosa personal.
A: al Hades no le gustan los ociosos.
M: mi alma estará en paz, siempre. El Hades me recibirá con brazos de opio y sonrisas sinceras. Me recibirá como a un filósofo o como a un guerrero que perdió la vida por su suelo. Los jueces me juzgarán bien. La justicia real no discrimina.
A: serás un alma cobarde, gris, amarga, sin escudo, sin lengua, sin el óbolo necesario.
M: tendré la moneda más importante: el recuerdo de una vida de paz y de las sonrisas doradas de mis seres queridos.
A: qué equivocado que estás. Lamento que seas de esta tierra. Que los dioses se apiaden de tu esencia.
M: no soy griego. Soy humano y amante y padre y labrador. No importa nada más. Que los dioses velen tu destino.
A: mis barcos están esperándome. Debo irme. Te deseo lo mejor, Menecio, hijo de Arges. Ojalá tu alma encuentre el camino.
M: igualmente, Aquiles, hijo de Peleo, pero te repito: mi alma hace rato encontró la senda. Que pelees y mueras bien. Recuerda: Troya no importa, solo los hombres y sus almas de oro…
Menecio: hola Aquiles. Hermoso el día que nos regalan las Horas y los dioses de frescas caras.
A: en verdad. Solo un día como este merece ser recordado hasta que el fin decida cerrar las cortinas.
M: es cierto, rey de los mirmidones bravos.
A: ¿Te vas a Troya?
M: no, me quedo con mi esposa y mis hijos, me necesitan más que una ciudad extranjera.
A: no entiendo tus razones. La nación es la primera y única familia. Ese mar de espadas es lo único que importa.
M: la guerra es para los débiles. El amor de mi hogar es el fuego que necesito.
A: ¿acaso no temes que te consideren un cobarde?
M: las voces de la Fama son vanas y traicioneras. Prefiero la lengua de mi esposa cuando me ofrece su miel.
A: yo quiero los gritos de mil hombres y los cantos de los bardos escupiendo mi nombre entre los suspiros de una lira. La eternidad tendrá mi nombre como una joya costosa.
M: la eternidad no sabe de humanos. La eternidad se cansa por el peso de los siglos, que entierran muchas razas.
A: la muerte es más dulce en batalla.
M: es más dulce en un lecho suave, junto a tu diosa personal.
A: al Hades no le gustan los ociosos.
M: mi alma estará en paz, siempre. El Hades me recibirá con brazos de opio y sonrisas sinceras. Me recibirá como a un filósofo o como a un guerrero que perdió la vida por su suelo. Los jueces me juzgarán bien. La justicia real no discrimina.
A: serás un alma cobarde, gris, amarga, sin escudo, sin lengua, sin el óbolo necesario.
M: tendré la moneda más importante: el recuerdo de una vida de paz y de las sonrisas doradas de mis seres queridos.
A: qué equivocado que estás. Lamento que seas de esta tierra. Que los dioses se apiaden de tu esencia.
M: no soy griego. Soy humano y amante y padre y labrador. No importa nada más. Que los dioses velen tu destino.
A: mis barcos están esperándome. Debo irme. Te deseo lo mejor, Menecio, hijo de Arges. Ojalá tu alma encuentre el camino.
M: igualmente, Aquiles, hijo de Peleo, pero te repito: mi alma hace rato encontró la senda. Que pelees y mueras bien. Recuerda: Troya no importa, solo los hombres y sus almas de oro…
6 comentarios:
wow... akabo de kedarme sumida en el sopor más embriagador... titan, diskulpa si soy reiterativa con mis comentarios. sencillamente esto: VOS TENDRIAS KE ESTAR PUBLIKANDO!
me peguè con la musica , està buenisima.
eos dioses de conceptos que nos dan sabiduria, (interesantes dialogos)
Espectacular. Estoy de acuerdo con eso de que la guerra es para los débiles, es para todos aquellos necios que sólo pueden resolver las cosas con armas porque el sentido común se les borró. Muy bueno.
No creo que la guerra sea para los débiles, sino para los estupidos. En cambio las letras si son para los débiles.
me inclino por las letras, sin embargo tambien soy bastante estupido y tengo mis dudas sobre si a veces no seran necesarias las guerras, si cuando los poderosos no quieren seder no es necesario hacer algo.¿cuando alguien viene a imponerse y a matar no hay que hacer algo?, ¿o hay que dajarse matar? el sentido comun se parece bastante al status quo, y si nadie lo hubiese perdido no existiria el arte.
no estoy a favor de las guerras y menos de las actuales(en la que hay un sólo ejercito que se impone en nombre de la democracia).
Pero la illiada es la illiada y si la mujer que se hubiera llevado Paris hubiese sido la de Menecio seguramente seria él el que habria ido a buscar a Aquiles. Y otro gallo cantaria.
no puedo estar más en desacuerdo con la mentalidad de Aquiles. dar tu vida en aras del reconocimento y de la gloria eterna.... no me salen las cuentas. XD
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